Friday, August 05, 2005

Gravedad

Es rarísimo cómo, a veces, formular la misma idea de forma distinta produce nuevas ideas, ocurrencias, ociosidades.
Estaba ayer Iván explicándole a Tina, mi gata, cómo funcionaba la gravedad. Le advertía que, de no tener cuidado, su cuerpo iba a ser víctima del fenómeno que le daba nombre a la ley. (Bueno, primero, aquellos que crean que los métodos Montessori no son útiles con los animales... están en lo cierto. Pero pues siempre es mejor explicarle a Teo (el perro papá que presenció el nacimiento de sus 11 hijos y tampoco está tan fascinado con la paternidad) por qué no debería subirse al sillón y luego mentarle la madre, que mentársela así nada más, sin “agua va”) Y entonces le decía: “Mira Tina, las cosas, cuando nada las detiene, tienen la tendencia a caer hasta que algo las detenga”. Y me quedó tan claro. Las cosas necesitan sentirse apapachadas. Siempre se están tocando la una a la otra y a nosotros. Y nosotros, sentados, arrimándonos a las sillas, y ellas coqueteando con el piso, y éste abarcándolo todo, abrazando a los sillones, apoyados en las paredes, en donde se quedaron dormidos los cuadros y hasta el techo, que se la pasa peleándose con el piso, dándole la espalda, pero atraído hasta compenetrarse con él (como amantes). Todo estaba entrelazado y todo estaba tan claro. La fuerza de gravedad no es el nueve punto no me acuerdo cuánto por el que uno tiene que multiplicar para pasar el examen, sino que es un grito desesperado por cariño. Una necesidad tan humana que por la soberbia, también tan humana, no se le confiere a las cosas, pero que me parece ahora tan evidente. Y entonces, se me ocurrió que el jet lag no es un desequilibrio debido al cambio de husos horarios, sino un reclamo del cuerpo por andar tanto tiempo suspendidos, sin cariño.

5 Comments:

Blogger Laura said...

Me gusta cómo piensas, cómo sientes y cómo lo escribes. Ahora me han quedado las cosas más claras. Ahora cuando me sienta sola y necesite que me apapachen, me tiraré al suelo o me pegaré a las paredes. Eso sí, no me sentaré ni arrimaré a las sillas, esas siempre le están coqueteando al piso y no me gustan las infidelidades (a menos que yo sea la protagonista de las mismas).

Fri Aug 05, 02:23:00 PM  
Blogger Laura said...

Lo último fue sarcasmo...

Fri Aug 05, 02:26:00 PM  
Anonymous Anonymous said...

Complicado, complicado. Pero cada vez me gusta más.

Yo me identifico más con el avión- siempre regresa al piso, pero mientras sirva, tiene la obligación de volar solito (el cuerpo como de qué queja? ese va bien arremolinado en el asiento, con el que se tiene un one-nite-stand, y el jet lag es la resaca de una mala cogida)

Pero no, yo creo que las cosas no se enamoran, el piso es un traidor (curioso que a noblll le haya parecido que era culpa de la silla) y yo más bien entendería la explicación de Iván como un "te lo dije" antes del madrazo. Pinche piso. Creo que Tina comparte el complejo de avión conmigo.

Fri Aug 05, 03:30:00 PM  
Anonymous Anonymous said...

a mi también me gusta tu estilo, pero si te lo digo yo no cuenta, verdad?

Fri Aug 05, 03:37:00 PM  
Blogger Yo said...

Sí chompiras, sí cuenta... Y me imagino que son preferencias, pero mi cuerpo prefiere el amor más "holísitico" y no se cree eso de que el asiento le dé cariño. Si acaso, uno que otro orgasmo, pero hasta 'ay. Por eso le falta el sinfin de conexiones que llega hasta China. Ni modo, qué le va uno a hacer, se es exigente (ojalá)... Y no te me pongas puritana. No todos los one night stands son malas cogidas. Si no, ¿por qué reincidir?... Y no, las cosas no se enamoran, se necesitan, como esposos viejos... Y nobll... lloré de risa!
Gracias a las dos

Fri Aug 05, 03:50:00 PM  

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