Ciclos

Hoy es mi penúltimo día en el trabajo. El corazón ya empieza a encogerse con la idea de irse y dejar lo que al principio parecía una rutina tediosa y pesada y hoy es una especie de familia nuclear disfuncional y encariñada. Hoy estoy a punto de sucumbir ante la insistencia de que no me vaya. Estoy triste y melancólica, entusiasmada y asustada al mismo tiempo. Estoy, también, obligada a tomar una decisión con la cabeza. El corazón está en huelga y, de por sí, ése nunca toma buenas decisiones (siempre escucha a las tripas). Por eso me voy. Por eso me quedo.