México

Pues hoy en la mañana, circulando por (el ahora convertido en martirio) Patriotismo, a la altura de Tamaulipas, veo unos pies asomados sobre la banqueta. En una cuchillita que parece que será o fue la entrada a un edificio en construcción, bajo una pared de espejos azulados, se ventilaban cinco pares de pies cubiertos por unas cobijas sucias y raídas. De repente, una mano aparece en escena, despertando lentamente. Conforme mi coche avanza a la lenta velocidad permitida, voy viendo que pertenece a una mujer que trata de cubrir al cuerpo contiguo del frío. Sigo avanzando y veo a esa misma mano, asida de otra, del acompañante friolento. Ambos recargados en la pared, abrazados, riendo a carcajadas. Rostros sucios y avejentados, rejuvenecidos en un gesto de complicidad. Alrededor, la mutliplicidad de hijos que siguen durmiendo. Alrededor, la multiplicidad de indiferencias. Alrededor yo, con mis problemitas y un llanto conmovido, entre triste y feliz, entre culposo y esperanzado.

Carajo, tenemos que cambiar el mundo.