Sunday, December 31, 2006

Finalmente...

Pues oficialmente ya es el último día del año. Llevo ya algunos días huyéndole a la evaluación que por alguna razón a todos nos da por hacer cuando el calendario dice que es el último día antes del comienzo de algún otro ciclo. Y si bien la vida no tiene la bonita costumbre de dividirse en ciclos ordenados, la mente obliga a varios de nosotros a acoplarnos. Los obedientes, como mi cabeza, harán las listas. Los desobedientes, como mi corazón, se inundarán de la nostalgia de fin de año y se acongojarán por no encontrar orden alguno.
Fue un año largo, lleno de emociones encontradas. Siento como si hubieran pasado tantísimas cosas y, al mismo tiempo, siento que me falta tanto por hacer. Varios meses de tristeza cerrados por varias semanas de paz. Amor y desamor compitiendo por llevarse la delantera, encontrándose al final, sin querer, en el mismo charco donde se reflejan. Amistades nuevas y descubrimiento de que otras, viejas, eran más intensas de lo jamás imaginé. Viajes lindos y emotivos. Académicamente concluí, por fin, la redacción de mi tesis, exceptuando los últimos ajustes que seguramente tendré que hacer. Bebelino se licenció y, por si no fuera suficiente, me dedicó las palabras más lindas por la conclusión de su esfuerzo. Algunas pérdidas muy dolorosas y otras que, por el contrario, me liberaron para dejarme más feliz. Entre ellas, creo, los más ancestrales demonios, ésos que se habían rehusado a bajarse en muchas estaciones de la vida, ésos que se dedicaron a zancadillarme tantas veces el camino. Y creo que, después de muchos años de batallar conmigo misma, estoy realmente contenta con cómo y quién soy... creo. Me siento un poco como recién nacida, como descubriendo el mundo, como descubriéndome... y estoy contenta. Sinceramente les deseo lo mismo, lectores queridos.

Monday, December 11, 2006

La Verdad Incómoda

Bueno, pues voy llegando del cine reconciliada con el ser humano, con la idea de que el mundo puede cambiarse y consciente de que yo, con mi tamañito, soy responsable de hacerlo. Así que, aquéllos que quieran sentirse en este contagioso estado de frenesí que provoca el no saber por dónde empezar exactamente, tienen la obligación de ir en este minuto a comprar un boletito de cine para ver "La Verdad Incómoda" y, de paso, enamorarse de Al Gore. ¡Corran, salvemos al mundo!