Miércoles
Por un momento pensé que las únicas miradas que volvería a ver serían ésas que ponen los extraños cuando compadecen tus lágrimas con curiosidad. Por un momento pensé que sería siempre un escaparate lastimero para los coches contiguos. Por un momento pensé que el calambre en el corazón y los recorridos incómodos de calor me asfixiarían hasta dejarme en paz. Por un momento pensé en ese momento de paz y no pude imaginar a semejante desconocido.
Un sabor salado corriendo generosamenta hacia mi boca, sin detenerse en sus prominentes comisuras. Una presión olvidada, superada, pensé en algún momento de mi vida, tratando de liberarse montada en lágrimas aceleradas sin destino. Convertida en una olla de presión que alguien olvidó en la estufa y que espera que su contenido se evapore completamente pensando (ilusa) que luego el fuego ya no podrá quemarla.
Punzadas inmisericordes que no se percatan de su efecto. (Tal vez no les importe.) Recuerdos maltrechos que se oponen al olvido. (Tal vez desaparezcan.) Personas de tránsito unilateral. (Tal vez fuimos dos.) Todos organizados hoy.
Esto es lo que pasa cuando la memoria culposa y culpable y eterna me recuerda la cantidad inimaginable de años que llevo lastimándome.