Tuesday, September 27, 2005

Mentiras

Que nos contamos para hacernos la realidad tolerable. Me quiere, me quiero, me enorgullezco, no puedo. Mentiras con las que nos comprometemos, mientras cambian nuestros compromisos y nuestras realidades. Mentiras que podemos contar a los demás, pero nunca a nosotros mismos, que nos conocemos, con quienes tenemos un único e irrevocable compromiso. Mentiras para agradar, para lastimar, para sobrevivir. Mentiras mentirosas que hartan, que no(s) sirven, que distraen. Mentiras que aunque se repitan, nunca serán verdad. Mentiras que se vuelven hoy confesiones verdaderas.

Thursday, September 22, 2005

Coexistencia pacífica

Después de mucho pensarlo, llegué a la conclusión de que a los hombres les gusta que seamos histéricas, neuróticas, remolonas. No hay de otra.
Esquivos, evadiendo las preguntas que no les gusta que les planteemos. No las responden porque se sienten invadidos con el mero planteamiento, no porque la respuesta deba sernos ocultada. Les gusta crear incertidumbre, gozan de los berrinches, de los celos que ellos provocan, se ríen cuando mordemos el anzuelo. No llaman a tiempo, no piden disculpas, estoicos en un juego que consiste en no dar su brazo a torcer. Y nosotras, que entre que nos gusta ser como somos y no sabemos cómo ser de otra forma, tendremos que seguirlos tolerando…. Y ellos a nosotras… Ni modo.
P.D. Si hay alguna mujer en el público que no se sienta identificada, plis help!

Saturday, September 17, 2005

Momentos

Algunos días más que otros me siento atrapada en un lugar distante. (Cerca, las vías del tren). Temblores que me llenan de vibraciones incontrolables, que se filtran por las uñas diminutas de mis pies que no quieren (pueden) protegerme. Uñas hospitalarias, tímidas, que permiten la invasión de sentimientos intensos que me marean, me debilitan, me desgastan. Lágrimas fugitivas sin fundamento, enojos iracundos sin argumento, tristeza eterna sin justificación (sólo la causa de su existencia; que no entiendes, que no quieres entender, que no tienes por qué entender).
Desnuda, barajando tu vida, reconociendo a sus personajes, asimilando tu ausencia, escuchando tu historia que se construye mientras te beso los ojos ciegos. Entiendo mi momento (siempre entiendo que no es mi momento). Respiro tu olor. Me penetra tu olor, me impregna, me asfixia, aire que me hace vivir. Extiendo una mano que no tomas. Beso unos labios inertes. Te miro con ilusión infantil mientras tienes tiempo de darte cuenta de mi presencia. Espero ese momento. Espero mi momento.

Saturday, September 10, 2005

Tragedia (griega)

Llueve

Yo: “Manca. Besos de piojo que me succionan. ¡Que se intoxiquen con mi sangre robada! Serpientes abrazan mis pies tropezados, fuerza inquebrantable que me condena a este piso. Moscos, ¡píquenme los ojos, que mis lágrimas los han de corroer! Tregua de pirañas hambrientas, ¡muérdanme la lengua que mi risa las ha de aturdir!
Águilas ladronas, fugitivas, ¡regresen con mi voluntad!
Tierna paciencia que espera tiempos mejores, de conciencia revivida.”

Se oyen risas a lo lejos. Yo sonríe. Cae el telón

Thursday, September 08, 2005

Balances necesarios

Cosas que odio:

1) Que los idiotas que iban a traer ayer el pasto a mi casa, hayan traído 30 metros cuadrados menos, que hayan estado dando largas todo el día para reponerlo y que hoy la dueña del local haya dicho que lo que había pasado, era que no tenían pasto suficiente y que si nos urgía, nos podían traer pasto amarillo, ora bien que si no, que hasta mañana en la tarde. Odio que la gente no tenga el sentido de responsabilidad que a mi me causa migraña. Odio que en este país los contratos no se cumplan. Odio contratar a gente para que haga algo porque siempre, siempre, batallo con ellos.
2) Que haya tantos muertos por Katrina. Odio la desesperación en la cara de la gente que lo perdió todo. Odio contagiarme de tristeza. Odio acordarme de que hay gente que no perdió nada, porque no tiene nada que perder. Odio la impotencia.
3) Que existan cachorritas como Rebeca, que fueron abandonadas en una bolsa, esperando la muerte. Que la gente no tenga conciencia de la vida de los animales, de que es importante cuidarlos, quererlos, esterilizarlos. Odio a la gente que no reacciona con la presencia de un animal, que no los abraza, acaricia, quiere. Odio a la gente que atropella a los perros y gatos y no se asoma para ver cómo los puede ayudar, que no tiene tiempo o ganas de asumir sus responsabilidades. Los odio.

Cosas que me reconfortan:

1) La misma Rebeca, acostada en mi regazo, hecha bolita. Viéndome con sus ojitos negros, respirando su aliento de cachorrita, apretándome con sus patitas, llorando, reclamando mi atención, reconfortándose con mis cariños. Me tranquiliza que no haya perdido la confianza en la humanidad.
2) Mi hermano Sebastián, que a la pregunta exprofesa de “¿y yo qué soy?”, rápidamente contesta “¡Bonita!”… Sobra aclarar que tiene dos años.
3) Despertarme con besos en las sienes. Muchos, muchos besos y la aseveración de que huelo delicioso.
Y bueno, mucho, mucho más...

Saturday, September 03, 2005

Bonjour Tristesse

Estoy triste desde anoche. De repente me invadió una tristeza ya vivida, ya repetida. Esa tristeza que aparece cada cierto número desconocido de días, puntiaguda, precisa, dirigida directamente hacia el pecho, provocando una especie de huracán de clavos que se insertan en sus imprudentes destinos. Una tristeza que traspasa, se transporta pronto en la sangre, se traspira inmediatamente por los poros. Una tristeza discreta que aparece por segundos, porque su motivo no puede ser descifrado. Palabras que se cansaron ya de ser descifradas. Se anticipa con un cosquilleo en los ojos, que se saben incapaces de detener ya a las lágrimas. Lágrimas quietas, que se deslizan rápidamente. No traen ningún mensaje, sólo quieren salir, como si el cuerpo necesitara drenarse para sobrevivir. Se anticipa, también, con un hormigueo doloroso en la nariz, en las ojeras. Las lágrimas memoriosas se apresuran a rodar hasta llegar a la boca, autista, carnosa, que se retuerce en una sonrisa hipócrita, mecánica, necesaria, que interrumpe el llanto mudo. Tranquilidad por algunos minutos. Otra vez el cosquilleo.
Ayer, por primera vez, la tristeza se apoderó de mi sueño incólume, acelerando la expulsión de pus salado, creando un torrente, como aprovechando la complicidad de la noche para hacerme saber que es parte de una tristeza más profunda.
Trato de no pensar en cómo mi ilusión ingenua y posesiva se presenta derrotada ante una fantasía cruel y envidiosa. Fantasía cubierta de realidad en la que habitan mis demonios más temidos. Me siento a esperar que aquellos, que durante un tiempo parecían tan distantes, me devoren, como la presa fácil que soy…