Wednesday, August 31, 2005

Elba Esther

"No soy una mujer de obsesiones", dijo ayer "la maestra" en el noticiero de López Dóriga.
"¡Qué puta envidia!", me apresuré a pensar mientras veía cómo el cinismo se apoderaba de ella, sonriendo, esquivando preguntas de la manera más artística, hablando de reformas y de sueños priístas, mintiendo sin mentir, hablando de la necesaria verdad. Y luego lo pensé mejor... Si para ella el colágeno y las operaciones "estéticas" y el poder no son obsesiones, tal vez mi manera de involucrarme tampoco lo sea... Uff! Qué suerte, porque me choca andar de envidiosa (y de obsesiva).

Monday, August 29, 2005

Mis extraños


Dice mi mamá que soy curiosa desde que nací. Según ella, nací y empecé a voltear para todos lados, como queriendo entender qué pasaba, sin miedo, más bien interesada en tanta luz y tanto ruido. Jura que ya fijaba la mirada, que veía al doctor y al quirófano y a las enfermeras y, tal vez, a mi mamá, mientras ella, a la distancia, hacía lo posible para asegurarse de que viniera con diez deditos y demás detallitos.
Me la paso observando a los extraños. Me gusta imaginarme sus vidas, extrañas, que no me dejan nada, más que un vacío extraño. Los observo mientras manejan, mientras estudian, mientras cruzan la calle, mientras viajan en transporte público, mientras gobiernan, mientras son gobernados. Me gusta imaginarme historias de amor, de infidelidad, de felicidad, de voluntad detrás de esos rostros enrarecidos de tanto mirarlos. Odio las historias de pobreza, de violencia, de tristeza, de frustración, pero mi imaginación se encarga de incluirlas, en honor a la realidad. Me fascina penetrar la intimidad con mi fantasía. ¿Qué sentirán? ¿Cómo estructurarán sus percepciones de vida? ¿Me estarán viendo a mí? ¿Qué se imaginarán ellos? ¿Cuántas gelatinas tendrá que vender para sacar lo invertido? Me convenzo de realidades distintas, de sentimientos diversos, de múltiples historias con coloridos detalles. Me asfixio de vida ajena. Hasta que un día la hago mía.
Una señora estaba esperando en el veterinario. Cuarentona, ¿soltera?, ¿investigadora?, ¿divorciada?... llorando. De pelo rojo chillante hasta los hombros, de ojos rojos, grandes, que parecían preparar la huida del cuerpo. Delgada, forrada en pants azules, como de gamuza. Aparece, de repente, Bernardo para decirle que lo siente mucho. Ella explota en llanto, mientras nosotros esperábamos con una cachorrita que había tenido un accidente unos días antes y que había tomado la decisión de vivir desde antes de que la encontráramos. Era un llanto desesperado, como encabronado, solo, triste. Y me contagié, como siempre me contagio cuando alguien llora. Comencé a hacerle coro a los gemidos de la mujer. Lloré y lloré y fui a abrazarla. Lloramos juntas por un rato, hasta que adquirió conciencia de mi espalda extraña, de que yo había venido a honrar la vida, de que yo no lloraba por el perro que la había acompañado por doce años, sino por empatía. De repente se incorporó, me agradeció y dejó de llorar. Pocos minutos más tarde entró una amiga suya y lloraron juntas, abrazadas. Yo seguí llorando, desde mi lugar, queriendo devolverle su tristeza, que ella ahora podía sentir abrazada. Le quise devolver su luto, su llanto, sus lágrimas, sus abrazos. Le quise decir que yo cargo con mi propia cruz, que me abrazara otra vez para que lloráramos juntas, que no era justo, que su historia no era mía, que el abrazo me había robado la distancia, que yo no quería eso. Pero ella había regresado ya a su mundo, abrazada por su amiga, llorándole a su perro. Era, otra vez, una extraña.

Tuesday, August 23, 2005

Biografías y autobiografías

"El símbolo de la entrega es la Malinche, la amante de Cortés. Es verdad que ella se da voluntariamente al conquistador, pero éste, apenas deja de serle útil, la olvida."

Octavio Paz, El laberinto de la soledad

Sunday, August 21, 2005

De nacionalismos e idignaciones...

Ahora sí ya estoy hasta la madre. ¿Alguien me puede explicar la nueva campaña de “Celebremos México” de Televisa? ¿Se supone que si Fernando Colunga o Juan Ferrara me dicen que me sienta orgullosa de ser mexicana (por nuestra historia, dicen todos), va a servir para algo? ¿Como de dónde sale la necesidad de “enaltecer el espíritu nacional”? ¿Con miras a qué? ¿A que sigamos discriminando al “otro”? De verdad no entiendo este tipo de nacionalismo, ni ningún otro, si he de ser sincera. ¿Tengo que estar orgullosa de que la historia nacional no haya sido capaz de redistribuir riqueza, de educar a la gente, de volver a México un país productivo, rico? ¿Debo sentir orgullo de vivir en un país en el que nadie quiere “jalar parejo” por simple solidaridad humana? ¿Debe importarme más la pobreza nacional que la mundial sólo porque nací en este territorio? No entiendo, neta.
Tenemos una clase política que da vergüenza hasta al más descarado. Diputados y senadores que no pueden desprenderse de lineamientos partidistas para trabajar por quienes los eligieron y les pagan, preocupados por los narcocorridos, pero no por los narcotraficantes que ahora se divierten asesinando periodistas y jefes policiales. "Representantes populares" que no aprueban la reelección para no tener que enfrentarse al escrutinio público y que se sirven con la cuchara grande cada vez que hay que aprobarles un bono extra o un generoso aguinaldo (para que no digamos que NUNCA se ponen de acuerdo), aboslutamente disociado, por cierto, de su productividad. Los candidatos presidenciales dan pena, no hay ni para dónde hacerse. Madrazo utilizando la figura de su padre asesinado para hacernos creer que es un demócrata, cuando el PRI ha votado todos los asuntos de importancia nacional del sexenio “en bloque” y “en contra” del país. Santiago Creel, aprobando concesiones a casinos unos días antes de irse, en lo oscurito y a pesar de que todos los estudios económicos constatan que no son socialmente benéficos (en términos económicos, claro, no morales, eso cada quién…) y rebasando topes de campaña mientras predica el Estado de Derecho. López Obrador con su ridiculez de propuestas, con su “honestidad” valiente que paga una campaña que lleva años pagándose de alguna inexplicable manera y cuya valentía reside en ignorar al poder judicial. Aprobando leyes que oscurezcan la transparencia y la rendición de cuentas, endeudando a la ciudad y haciendo obras públicas que no se evalúan, no se terminan y no sirven. Y luego Marcos sale a opinar que la clase política apesta y todos los medios escuchan al Mesías (que se pelea el puesto con “el rayito de esperanza”), un individuo carismático, sin duda, pero que no tiene derecho a pertenecer a la política si no la ha elegido como vía de resolución de conflictos. Y por si fuera poco el presidente que se vanagloria de que en su gobierno “no pasa nada”, ahora sale en el radio fusilándose a Montesquieu (porque eso de “odio lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”, lo dijo el “francesito” primero), después de que no tuvo la apertura de criterio suficiente para aceptar que igual y a alguien sí se le hace ofensiva la grotesca caricatura de Memín Pinguín y mientras la otra parte de la “pareja presidencial” demanda a Olga Wornat y a la revista Proceso por bocones…
Andamos, por otro lado, estrenando líder sindical, el tercero en setenta años, que ha demostrado tener una habilidad singular para apropiarse de la riqueza que otros generan. Tenemos obreros protegidos por este sindicato que tienen prestaciones absurdas (que incluyen, por ejemplo, la posibilidad de pedir viáticos si cruzan la calle de su demarcación para alguna diligencia, ¡aunque permanezcan en la misma ciudad!). Tenemos sindicatos arcaicos que se niegan a modernizarse, que no necesitan hacerlo mientras representen un grupo político de poder que puede subsistir bajo el amparo de la ley, acomodado en los huequitos, financiando campañas sin pagar castigos y anunciando, ya de entrada, su apoyo corporativo a Madrazo. No les importa si la inflexibilidad de las leyes laborales hace que no haya inversión, no les importa si la economía del país no crece, no se distribuye, porque a ellos nadie los puede correr.
Tenemos, además, una clase empresarial acostumbrada a ser protegida, a ser monopolio, a competir de manera desleal. Ahí está Slim, quien recibe uno de cada siete pesos que gastan los mexicanos, quien, a cambio, no ha hecho nada creativo en su vida más que ingeniárselas para destruir a sus adversarios para poder cobrar las tarifas de teléfono más caras del mundo, la telefonía celular más cara e ineficiente, sin que nadie se atreva a encararlo y a aprobar o apoyar la nueva Ley de Telecomunicaciones que elimine el monopolio. Tenemos a Salinas Pliego, que no tiene que enfrentar la justicia y a Azcárraga que se alía con él para mantener el oligopolio, para destruir a la competencia, para aprovechar su situación privilegiada, ofreciendo, a cambio, programas de "altísima" calidad. Por no mencionar a todos los productores que buscan subsidios, protección contra las importaciones, aunque a los cien millones de mexicanos que consumimos nos salga todo más caro.
Y finalmente tenemos un pueblo falto de educación y de memoria histórica, que no entiende que el erario público no es una bola de dinero que se fabrica a voluntad del presidente, que lo pagamos todos, que no entiende que eso le da derecho de exigir resultados, gobiernos que sirvan... Un pueblo que quiere un “papá gobierno” que les resuelva la subsistencia, que piensa que todos los ricos son malos y todos los pobres son buenos, menos los traidores que se vuelven ricos. Un pueblo en el que el rico insulta al pobre y el pobre le raya el coche al rico. Un pueblo en donde las mujeres son asesinadas flagrantemente, en donde los niños trabajan en los semáforos para meterse una línea que les facilite la supervivencia. Un país que no exige y al que no le gusta que le exijan. Un país en donde los niños y los animales no cuentan, no tienen derechos. Un pueblo que discrimina a los “negritos” (decir negro es un insulto, al parecer), a los “chinitos” (todos los que tengan ojos rasgados) y a los judíos (“por tacaños”), y que le sonríe al “güerito” al que le va a cobrar el doble. Un pueblo que va a votar por López Obrador con su falta de modernidad, ¡por! su falta de modernidad, cuya propuesta es regresar al pasado, cobijarse en la “Historia Nacional”. Un pueblo que no se indigna ante todo lo anterior….
Sí, celebremos México, celebremos nuestra historia porque el futuro nos pinta negro…

Thursday, August 18, 2005

Hoy huelo diferente

Hoy huelo diferente. Huelo a tristeza extasiada, a soledad compartida, a amor conmocionado. Huelo ácido, como a miel. Siento esa familiaridad extraña y cíclica que me invade como fuego que desafía a la gravedad, que se despide de mis entrañas para acomodarse en mi cabeza. No siempre es este sentimiento el que abraza al corazón y lo asfixia para hacerlo vomitar lo que contiene. Este sentimiento que acalambra los brazos, inmoviliza las piernas, impide el habla. Las lágrimas valientes y extrovertidas no son causadas siempre por los mismos pensamientos que, como taladros, perforan el cráneo, y la nuca, y la mente, y se impregnan, como tinta, en los poros, y en la sangre, y en la orina.
Hoy ese mismo sentimiento es causado por esos mismos pensamientos y, de todos modos, hoy huelo diferente…

Wednesday, August 17, 2005

SE VENDE

Corazón desgarrado, sensible, enamoradizo, huidizo, herido, preocupado, altanero, desobediente, compasivo, reactivo, lastimado, desubicado, entregado, tonto, obtuso, intenso, enojón, melancólico, agitado, dependiente, depresivo, iluso, celoso, receloso, adaptado, insistente, obsesivo, compulsivo, receptivo, solidario, enfático, fracturado, impotente, débil, iluso, paciente, berrinchudo, confundido, exigente, necio, incompleto, complicado, transparente, esperanzado, ingenuo...

A quien prometa cuidarlo a pesar de todo lo anterior... Ah, además tiene un soplo.

Tuesday, August 16, 2005

Obsesiones improductivas… una de ellas

Y sigo con lo de las palabras… porque las sigo torturando con los ojos, porque les trato de encontrar sentido, sensación y sentimiento. Porque soy mujer, no puedo más que buscarles significados ocultos. Porque soy mujer, las acomodo hasta que parecen decir lo que quiero oír para sentirme contenta, asustada, enamorada, correspondida, triste, deseada, extrañada, presente, ausente, olvidada. Leo palabras ajenas y propias, todas con visión propia. No puedo dejar de pensar en Kant, tiene razón: nunca me puedo escindir de mí, sólo puedo leerlas con el filtro que soy yo. ¿Cómo sonarán, cómo se sentirán, qué querrán decir cuando no están en mi mente?
Las leo y las releo, necesito palabras nuevas.

Friday, August 12, 2005

Rothko


¿Qué será? ¿Que me está tratando de encontrar sentido? Chale. Ya levantó una ceja. Eso quiere decir que no entendió nada. Seguro es de las que se quedan contentas leyendo que soy un paisaje. Puta. ¿Por qué un paisaje y no un suéter de colores visto con lupa? Uy no, ya ladeó la cabeza. Eso quiere decir que no sólo es insensible a mí, sino que es una necia. Se va a tardar años. De repente encuentra el señalador que dice que mi papá se suicidó justo después de enviarme, habiéndose asegurado de dónde iba a vivir y de que estaría en buenas manos. Ya regresó a verme, con más respeto. Siempre que leen lo del suicidio regresan (con más respeto) a tratar de entender de qué se trata, como buscando una súplica de ayuda que nadie supo interpretar. El suicidio me da un tono místico, lúgubre, tristón, interesante, artístico.
Ya me dio lástima. Pobrecita. Lleva 15 minutos viéndome con desconcierto. Me dan ganas de gritarle que no soy una forma, que soy un sentimiento. Lo hago, pero no me escucha. Ya se fue a sentar a las banquitas de en medio. ¡Carajo! No soy un Monet. No soy puntitos amorfos que, vistos de lejos, forman una figura. Fíjate en las pinceladas. Fíjate en los colores, fíjate en la profundidad y en la intensidad. Fíjate bien y relájate. Te va a llegar la sensación, y ésta va a invadir al sentimiento. Nada. Es que también, si querías ver impresionistas no hubieras venido al Tate Modern. Te hubieras ido al Tate normalito, ahí hay Pizarros y también Cezannes y hasta Van Goghs. No, ni sigas avanzando. Ahí en la esquina hay un Pollock. Y peor, ése sí son puntitos y más puntitos y nunca les vas a encontrar forma. Újule y ni vayas al piso de abajo. Hasta aquí llegan los rumores de que en una tele se proyecta un güey embarrándose caca. No he tenido la oportunidad de verlo, pero estoy seguro de que voy a poner la misma cara que tú.
Por fin se rindió. Cabizbaja. Bueno, por lo menos lo intentó. También, ¿quién chingados me manda ser un Rothko?

Volo ergo sum

Fue la conclusión de tres amigos, después de muchas, muchas horas

Thursday, August 11, 2005

Sin dedicatoria

Dice que me quiere. Le creo. Cabrón. Dice que me quiere. No le creo. Cabrón... ¿Por qué me aferro, entonces, a sus palabras? Porque no puedo aferrarme a él.

Nos aferramos siempre a las palabras. Las disfrutamos, las sufrimos, las entonamos una y otra vez hasta que pierden el significado, las masticamos, las vomitamos, las interpretamos. Se nos olvida que son prestadas, que no sirven de nada si nadie las dice.

Dice que me quiere. Le creo. Cabrón. Dice que me quiere. No le creo. Cabrón...¿Por qué me aferro, entonces, a sus palabras? Porque no puedo aferrarme a él.

Pregunta

¿Alguien me puede decir por qué septiembre, octubre, noviembre y diciembre no son, como lo indican sus prefijos, los meses siete, ocho, nueve y diez, respectivamente? (Y nada más me tomó 24 años darme cuenta)

Tuesday, August 09, 2005

Simbiosis

Cuando me percaté de su presencia, ya estaba llorando. Tenía el pelo rojo, rizado, alborotado. Sus ojos estaban tan hinchados que no se le veían las pestañas, que, a juzgar por la cantidad de rimel que tenía en los cachetes, eran enormes. La nariz, inflada como globo de helio. De las orejas le colgaban unos enormes aretes. ¿Guacamayas? Y un collar de frutas tropicales de plástico que no le hacía honor al buen gusto. Su pronunciado escote le quitaba a la imaginación el trabajo de adivinar unos senos grandes, como de embarazada y su falda parecía la túnica multicolor de José el Soñador, pero estampada con flores. La cantidad de pulseras que rodeaban sus rollizos brazos era sorprendente. A lo lejos, parecía que eran pesadas y ruidosas, además de coloridas. Las uñas de los dedos de manos y pies estaban retocadas con colores distintos cada una, haciendo distinciones sutiles entre el magenta y el carmín, que le correspondían al meñique y al pulgar, respectivamente. Las piernas estaban bronceadas a más no poder, brillantes, aún en la noche y tímidas, como queriendo ocultarse bajo la falda, sabiendo que todo transeúnte volteaba a ver a su dueña que era tan discordante como un pedazo de carnaval de Río de Janeiro perdido en la Varsovia estalinista. Su rostro cubría una amplia gama de sentimientos: llanto desconsolado, puchero resignado, tranquilidad ansiosa. De repente, parecía acordarse de la causa de la tragedia y comenzaba otra vez con el llanto desconsolado y así sucesivamente. Y bueno, qué le va uno a hacer. Me acerqué por curiosidad, pero también por solidaridad a preguntarle qué le ocurría a Fantasía (como me enteré, posteriormente, que se llamaba). Entre sollozos, suspiros y aullidos intolerables fue capaz de contarme que su novia la había abandonado, amenazando con que sería la ruptura definitiva. La flacucha que aparecía en la foto que Fantasía abrazaba con sus dedos redondos y que salaba con los borbotones de lágrimas que salían como chisguetes de sus ojos, había argumentado que Fantasía ya le había “encendido la cachimba” por su falta de compromiso, con su alegría desparpajada, con su despreocupación. Que ya no aguantaba su dispersión de pensamiento, su falta de responsabilidad, su optimismo exagerado. Yo veía la foto y no entendía la tragedia. Pálida, güerilla, sin chiste, demasiado flaca, esquiva, cansada. ¿Pero por qué tanto alboroto? “¡Porque no puedo vivir sin ella! ¡No puedo estar sola! ¡Necesito a Realidad!” La abracé en un vano intento por tranquilizarla. Se empolló en mí, humedeciendo mi hombro de la manera más incómoda. “No te preocupes, Fantasía, que ella volverá cuando se de cuenta de que no puede comprometerse sin ti, planear sin ti, de que está vacía sin ti, de que no puede vivir sin ti. Te debe su existencia y tú a ella. Tranquila, de verdad, te lo digo por experiencia”…
Una sombra larga apareció en la pared. Era la tal Realidad.

Monday, August 08, 2005

Envidia

Estoy sentada, a medio trance entre la comodidad y la realidad y llega mi gata a acostarse justo encima de mí. La verdad es que es una cabrona, porque ya oyó el despertador y sabe que eso quiere decir que me levanto, me baño y me voy y viene justo entonces a que le dé cariño. Y yo con prisa. Bueno, un ratito. La acaricio hasta que empieza a emitir los más tiernos ronroneos, se contornea, se arrejunta, me lame la mano (todavía no sé si eso es parte del ritual cariñoso o del higiénico) y cierra sus ojitos mientras sigue como vocho viejo en el runrunrunrun. De pronto mi vejiga se pone impaciente. Y empieza, ella también, a reclamar mi atención. Híjole, ¿pero como dejo a esta gorda a la mitad?, ni que fuera macho mal amante. Aprieto todo lo apretable y me aguanto. De repente, Tina se aburre, se para y se va, así sin ningún tipo de consideración. Son mamadas, me perdonan. Y me entra una envidia loca. Sí, ahora quiero ser así de pachoncita y no me importa la incisión en el vientre, ni si se me deja de antojar el sexo debido a ésta, ni nada. Quiero ser como ella. Mi reino por ser como ella. ¿Se fijaron en lo que hizo? Vino, me dijo que necesitaba cariño, que ella me lo ofrecía también, lo recibió, lo dio y siguió siendo independiente. Nada de inhibiciones, ni de miedos, ni de codependencias, ni reclamos. Nada. Y tan contenta. Quisiera yo saber, ¿cómo le hace para mantener la compostura? (¿Será porque no se le antoja el sexo?)

Friday, August 05, 2005

Gravedad

Es rarísimo cómo, a veces, formular la misma idea de forma distinta produce nuevas ideas, ocurrencias, ociosidades.
Estaba ayer Iván explicándole a Tina, mi gata, cómo funcionaba la gravedad. Le advertía que, de no tener cuidado, su cuerpo iba a ser víctima del fenómeno que le daba nombre a la ley. (Bueno, primero, aquellos que crean que los métodos Montessori no son útiles con los animales... están en lo cierto. Pero pues siempre es mejor explicarle a Teo (el perro papá que presenció el nacimiento de sus 11 hijos y tampoco está tan fascinado con la paternidad) por qué no debería subirse al sillón y luego mentarle la madre, que mentársela así nada más, sin “agua va”) Y entonces le decía: “Mira Tina, las cosas, cuando nada las detiene, tienen la tendencia a caer hasta que algo las detenga”. Y me quedó tan claro. Las cosas necesitan sentirse apapachadas. Siempre se están tocando la una a la otra y a nosotros. Y nosotros, sentados, arrimándonos a las sillas, y ellas coqueteando con el piso, y éste abarcándolo todo, abrazando a los sillones, apoyados en las paredes, en donde se quedaron dormidos los cuadros y hasta el techo, que se la pasa peleándose con el piso, dándole la espalda, pero atraído hasta compenetrarse con él (como amantes). Todo estaba entrelazado y todo estaba tan claro. La fuerza de gravedad no es el nueve punto no me acuerdo cuánto por el que uno tiene que multiplicar para pasar el examen, sino que es un grito desesperado por cariño. Una necesidad tan humana que por la soberbia, también tan humana, no se le confiere a las cosas, pero que me parece ahora tan evidente. Y entonces, se me ocurrió que el jet lag no es un desequilibrio debido al cambio de husos horarios, sino un reclamo del cuerpo por andar tanto tiempo suspendidos, sin cariño.

Thursday, August 04, 2005

Burning down love

Siempre que ando en este estado de ánimo me acuerdo de un diálogo de “La Mexicana” (todos los que levantaron la ceja: no me vengan… Todos hemos visto/disfrutado/llorado películas de Hollywood y todos seguiremos haciéndolo) en el que - palabras más, palabras menos… y en inglés - Julia Roberts le pregunta al gordo calvo (o al revés) “cuando amas a alguien y te decepciona ¿cómo sabes que ya es suficiente?” Y el interlocutor le responde “mientras lo ames, nunca es suficiente”… ¡Carajo! ¿Llega algún día en el que dejas de amar a las personas que amaste? ¿Cómo se desvanece el amor en cariño? ¿Es cuando eso a lo que te aferras empieza a escurrirse entre los dedos? ¿Por qué es tan claro cuando el enamoramiento se convierte en amor y tan difuso el tránsito al cariño? Es como si el alumbrado público sólo hubiera llegado a la mitad del camino y el puritano director de Solidaridad no pensara llegar a donde los novios no se besan…where the streets have no name…Y yo aquí, totalmente mal equipada, alumbrando con encendedor, quemándome los dedos y quemándome las ansias.

Tuesday, August 02, 2005

Descendencia y soledad


Llevo varios días desconcertada… Soy economista del ITAM (de entrada todo aquel que crea que eso es motivo de tomatazos: raus!) y, por lo tanto, llevo cinco años de mi vida oyendo que las elecciones humanas son racionales, planeadas para que el costo sea siempre igual o menor que el beneficio obtenido. Y llevo varios días pensando que eso de tener hijos no parece tan racional (como diría mi maestro de Evaluación “puro costo, puro costo”). Pero yo creo irracionalmente en la racionalidad y el nacimiento de liliputenses quejumbrosos no me va a disuadir. Ando, entonces, desconcertada y angustiada con crackear el asunto…
Por el bien de la diplomacia, tengo que afirmar que me encantan los bebés. De verdad, una hora con mi hermanito de dos años es el paraíso. ¿Más de una?, ya no tanto. No es que no vea que son tiernos y lindos y todo eso, nada más no estoy segura de que tenerlos sea la mejor manera de disfrutarlos. Simplemente considero que las satisfacciones que te dan (cariño, dulzura, alegría, etc) pueden ser mejor provistas por los congéneres no nacidos de tu vientre. Creo que en el tema de procrear, los costos están demasiado bien focalizados, a diferencia de los beneficios. Primero, tienes que andar nueve meses con una panza que no planea dejar de crecer. Vomitando, de malas, eufórica, cachonda, sin ganas, llorona y demás… o tienes que aguantar a alguien esos nueve meses. Luego, el parto: ¡terrible! Doloroso, apestoso, eterno. Aunque, sí, entiendo que entraña el milagro de la vida y así. Pero pues mi perra tuvo cachorritos y también tuvo ese tinte romántico. Y bueno, si lo atractivo fuera el parto, pues todo el mundo los daría en adopción después de eso. Ni tus chichis ni tu panza volverán a ser las mismas (a menos que seas la esposa de Beckham que quién sabe cómo le hace para estirarse y restirarse). Luego, vas a estar desvelado muchos meses por un molusco que lleva una vida de molusco y que no tiene mucha consideración con quienes lo rodean. Llore y llore, come y come, cague y cague. Dicen los papás recién estrenados que “cuando te voltea a ver con esos ojitos y te sonríe, hace que todo valga la pena”. Pero pues todos esos ojerosos papás lo son por error y no tengo el corazón de preguntarles “¿Neta? ¿Una sonrisa?” Cuando cumplen un año, por fin son divertidos. Son ingeniosos, manipuladores, cariñosos, increíbles. Embelesan a cualquiera, por muy amargado que esté. No puedes dejar de verlos volverse personas, interactuando, coqueteando, relacionándose con el exterior y consigo mismos. Si se quedaran así de chiquitos, pues todavía lo entendería, pero el chiste es que crecen y se vuelven insoportables. Van tomando conciencia de su poder y lo usan indiscriminadamente. Van a la escuela y regresan a platicarte de si le hicieron la ley del hielo a no sé quién o de si les embarraron un chicle en la cabeza o de si el niño que les gusta se la pasó chingando (en un deseo desesperado por llamar la atención) o de si se la pasaron chingando (en un deseo desesperado por llamar la atención). Y luego son adolescentes. Creo que no hace falta explicar los costos de eso. Y luego se dan cuenta de que no eres un héroe y te la dejan caer con todo. Se van, se casan, mientan madres de ti, ellos y sus parejas, y luego te dan nietos…Bueno, te los encargan para poder ir al cine. Tú, mientras, trabajaste como esclavo para que ellos pudieran comer, educarse, comprarse su i-pod y un churro a escondidas. ¿Y los beneficios?
“Ego”, contestó Marisa. Mi mamá, en cambio, que quién sabe desde cuándo se las da de empresaria, dice que es porque es una empresa en la que inviertes y los resultados son gratificantes. La autonomía de tu creación como motor. Ok. ¿Por qué no inviertes en la bolsa? ¿Por qué no disfrutas que el hijo del vecino se vuelva autosuficiente? Porque es un premio para ti. Tú lograste que se volviera autosuficiente. Ja! Eres un fregón. Definitivamente el que sean tuyos parece un factor importante. Si no lo fuera, mucha más gente adoptaría. ¿Será importante que se parezcan a ti? ¿O a tu pareja? ¿Creerá alguien que eso te garantiza la trascendencia, la inmortalidad? ¿Será posible que tus hijos te caigan mal? ¿Será tolerable a cambio de esa “sonrisita” y esos “ojitos”? Quién sabe. Lo que sí es que Marisa tiene razón. Por un lado, es gratificante producir una persona (ya cuando nació ¿eh?, lo otro sólo es divertido). Gracias a ti son alguien en la vida, o eso crees. Y bueno, el ego se infla. Sin embargo, creo que va más allá de eso. A todos (¡a todos!) nos encanta sentirnos imprescindibles y necesitados. En las relaciones de pareja no hay garantías. Lo más probable es que un día despiertes consciente de que puedes vivir sin él y él sin ti (sobre todo cuando el sexo ya se volvió rutinario). Entonces mejor produces a alguien que te necesite por muchos, muchos años, que te haga sentir útil, necesario. Alguien que no pueda renunciar a ti, divorciarse de ti, alejarse de ti. Alguien que te alabe buscando a una pareja que le recuerde a ti. Alguien que crea que puedes todo y sabes todo. Alguien que confíe en ti siempre. Alguien que te quiera siempre. Por eso las parejas se engañan cuando creen que tener hijos es la culminación del amor. En realidad es perderle la fe al amor. Es fabricar un resultado ilusorio. Porque al final… también los hijos se van.

P.D. Oséase, que la preservación de la especie debería estar en manos de quienes no saben contar los días, rompen los condones (o les tocan rotos), comulgan con Abascal en términos de la day after, no se acuerdan de tomar las pastillas y/o no han oído de los implantes de progesterona.

Monday, August 01, 2005

El primero...

Pues llevo todo el día leyendo blogs ajenos y ya me dieron ganas de escribir. En primera, porque ya me cansé de que todos estén deprimidos en el ciberespacio. Digo, en la calle, todavía, pero ¿en el ciberespacio? ¿El lugar en donde los niños de 13 fingen tener 35 para tener cybersex con algún travesti de clóset (o de compu) que dice ser una güera chichona? (Y en donde los dos se van contentos con su orgasmo y no nada más el primero que se vino y luego se desconectó). En segunda, porque me acaban de operar y no tengo NADA que hacer. Bueno, podría empezar mi tesis o leer un buen libro o sentarme a platicar con alguno de mis gatos acerca de las razones de su nueva fase quejumbrosa y psicoanalizarlos aprovechando que encajan sus patitas en mi panza y me dejan saber que me quieren, pero pues tengo demasiada flojera para todo eso y ya sé lo que le pasa a las gatas. Están gordas y aburridas y, gracias a una incisión en el vientre (otro tema: ¡esterilicen a sus animales!) ya no disfrutan del sexo. ¿Quién no va a andar quejumbrosa? En tercer lugar, porque esto de expresar sentimientos anda de lo más in (alguien avísele a los hombres herméticos que me hacen sufrir) y escribir es, parece, la salida natural, para quienes nacimos con cuerdas bucales divorciadas y peleoneras y con sentido del espacio alrevesado. Y bueno, porque siempre es más bonito que alguien te lea y opine. De hecho, creo que este blog dependerá de su acogida puesto que tengo genes de novia rogona y no soporto “0 comments”.